Misiones Coloniales Españolas: Arquitectura y Conservación

1907 postcard Save the Alamo
Postal representando una carroza del desfile de la "Batalla de Flores" en un acto de apoyo a la restauración del Álamo (Misión Valero) en San Antonio.

Cortesía de Wikimedia Commons.

Las misiones incluidas en este itinerario de viaje conforman ricos paisajes culturales que abarcan todo el desarrollo histórico misional, desde capillas aisladas y abandonadas rápidamente, a amplias comunidades autosuficientes de cientos de hectáreas de extensión. El gobierno español y las órdenes religiosas establecieron misiones para convertir a las poblaciones existentes al catolicismo romano. Las misiones se encontraban adyacentes a asentamientos indígenas que además proveían mano de obra para la construcción de la misión y su mantenimiento. Algunas comunidades misioneras se localizaban cerca de dispersas comunidades agrarias, mientras otras estaban en el centro de los más densos asentamientos indígenas. En el núcleo de cada comunidad misionera, independientemente de su tamaño, había un edificio eclesial como centro espiritual. Comenzando a menudo como un simple lugar temporal en el que celebrar misa, la iglesia y estructuras de apoyo posteriores evolucionaron con el tiempo debido al crecimiento de la población convertida y a la disponibilidad de recursos para la construcción.

La Arquitectura de las Comunidades Misioneras

Los estilos arquitectónicos de las misiones coloniales españolas estuvieron influenciados por aquellos populares en la época, en España y Europa –gótico, barroco, plateresco, mudéjar, churrigueresco, neoclásico–pero su adaptación en América no es fácil de encajar en una categoría estilística específica. El contexto local de los materiales disponibles, la mano de obra y los conocimientos técnicos, retaron a los constructores españoles de la frontera a encontrar la experiencia para interpretar su propia expresión cultural extranjera. Como resultado, la arquitectura de la misión se convirtió en una fusión de expresiones importadas e indígenas que son únicas para cada misión, entendiéndose mejor a través del análisis de los diversos elementos arquitectónicos.
San Xavier del Bac Mission
Plano de San Xavier, elaborado para el Servicio de Edificios Históricos de Estados Unidos, 1940.

Cortesía de la Biblioteca del Congreso.

La Iglesia

Los modelos de iglesia de los sacerdotes de la misión seguían los de las iglesias del Viejo Mundo con las que estaban familiarizados. Las iglesias de las misiones tendían a seguir dos tipos básicos en función del diseño de su planta: de salón y cruciforme. La iglesia de salón se compone de una sala rectangular alta dividida en la nave para los fieles y el santuario donde el clero celebra misa. El santuario es el lugar más sagrado de la iglesia ya que acoge el altar, y a menudo se eleva por encima de la nave. El santuario se encuentra en el ábside, un espacio poligonal o semicircular en el extremo de la nave que es el punto focal visual para los fieles que entran en la iglesia.

La iglesia cruciforme tiene la planta en forma de cruz latina, con la parte inferior designada como nave, la parte superior como ábside acogiendo el santuario, y cruceros a cada lado que contienen capillas. Por encima de la travesía, una cúpula semiesférica normalmente cubre el santuario, simbolizando la cúpula celeste. La sacristía, una habitación privada donde se almacenan los objetos sagrados y el clero se pone sus vestiduras, siempre está conectada al santuario. Otros espacios diferenciados dentro del edificio de la iglesia incluyen un baptisterio situado al lado de la nave central y el coro situado sobre el vestíbulo de entrada de la iglesia. En Europa, la orientación típica de las iglesias sitúa a los fieles mirando hacia el este, la dirección del sol naciente y que simboliza a Cristo resucitado. En las iglesias de las misiones del Nuevo Mundo, sin embargo, la orientación varía ampliamente y sin consistencia.
San Ildefonso Pueblo
Foto de la iglesia de San Ildefonso moderna, restaurada a través de una colaboración entre el Pueblo de San Ildefonso, la Archidiócesis Católica y otras organizaciones católicas, y donaciones externas. La iglesia volvió a consagrarse el 15 de diciembre 1968.

Foto: Larry Lamsa. Cortesía de Flickr Commons.

Ornamentación

Para los fieles, la ornamentación en la arquitectura de la misión jugó dos funciones importantes. Las características arquitectónicas –entablamentos, pilastras, marcos de ventana, columnas, vigas y decoración del pavimento–eran parte integral de los diseños de la iglesia. Los constructores utilizaban estas características para reforzar las expresiones estilísticas individuales utilizando piedra, ladrillo moldeado, yeso, madera, baldosas de cerámica y pigmentos. La ornamentación sagrada –figuras de santos, retablos, pinturas y diseños troquelados–se convirtieron en importantes herramientas de enseñanza. Los sacerdotes también utilizaron estas características para transformar la iglesia en un colorido libro de texto religioso tridimensional para los nuevos conversos. Entre estas características, el monumental retablo del altar en el ábside de la iglesia fue el centro de la elaborada decoración y un lienzo de símbolos religiosos, o iconos. Estos iconos actuaban como objetos tanto de inspiración al culto como de instrucción moral. En la práctica, la iconografía cristiana no siempre se aplicaba estrictamente, pero a menudo se mezclaba con símbolos indígenas y estaba ejecutada por artesanos nativos. El producto híbrido resultante refleja los intentos de los sacerdotes para atraer e integrar a las poblaciones nativas y sus figurativas formas de arte.

Los sacerdotes y los maestros de obras diseñaron las iglesias de las misiones para manipular la luz del sol con propósitos ornamentales y religiosos. La luz se canalizaba para iluminar simbólicamente el santuario, sin dejar que los fieles vieran el origen desde la nave. Las iglesias de las misiones con techos abovedados sobre el santuario tenían ventanas incorporadas en la base de la cúpula, o a modo de farol en lo alto de la cúpula, distribuyendo una luz uniforme sobre el altar. En las iglesias de salón de techo plano de Nuevo México, una estrecha ventana superior entre el techo de la nave y el del ábside, creaba una banda horizontal de luz que iluminaba directamente el retablo. Algunas están orientadas precisamente para tener la luz directa sobre la figura del patrón de la iglesia, por lo general la pieza central del retablo, el día de su santo.
Gran Quivira  (San Buenaventura de las Humanas and San Isidro)
Empleados del Servicio de Parques rellenando habitaciones en 2012. La conservación sigue siendo un reto en las misiones.

Cortesía del Servicio de Parques Nacionales.

Exterior

Las características exteriores de muchas misiones fronterizas son utilitarias, ya que los edificios servían a menudo para fines defensivos, además de religiosos. La excepción a esto es la fachada principal de entrada –un elemento arquitectónico fundamental que comunica el status de la misión y es el foco de la ornamentación exterior del edificio. De presencia imponente para las comunidades nativas, la fachada principal típica de una iglesia de misión tiene tres componentes básicos: la puerta de entrada, el frontispicio que la rodeaba y los campanarios que se alzaban verticalmente por encima del resto del edificio. La cantidad de ornamentación en cada uno de estos componentes varía en función de la iglesia. En su forma más elaborada, la fachada principal refleja la rica ornamentación del retablo interior. Al igual que otras formas de ornamentación, la fachada principal transmite los elementos del lenguaje estilístico y mensaje religioso de la iglesia, pero dirigido hacia el exterior, a la comunidad. Los sacerdotes y los maestros constructores utilizaron principios geométricos y relaciones proporcionales, simbolizando el orden divino, como herramientas de diseño en la composición de la fachada principal. Estas geometrías en la cara vertical del exterior, a menudo se trasladan directamente a la disposición horizontal del plan interior.

Pese a no estar presente en todas las iglesias de misión, el campanario adopta muchas formas. Torres individuales o dobles a menudo flanquean la fachada principal, o aparecen como estructuras independientes no adosadas. Característicos de muchas iglesias de misión de Nuevo México, los campanarios dobles se prolongan hacia fuera para enmarcar la fachada de entrada e incluyen entre ellos un balcón de madera utilizado para ceremonias al aire libre. Las misiones que carecían de recursos para construir torres, tenían elaboradas espadañas con múltiples aberturas arqueadas que contenían las campanas, o bien incorporadas en la fachada principal, o construidas como una estructura independiente. Estas espadañas se han convertido en una de las imágenes más perdurables e idealizadas de la arquitectura de la misión.
Mission San Gregorio de Abó
Kiva circular en el centro del convento, junto a la iglesia.

Foto del NPS.

Materiales de Construcción

La disponibilidad de materiales de construcción locales a menudo dictaba el sistema de construcción de la iglesia. En algunos casos, las iglesias de las misiones reflejan los materiales de construcción de las comunidades nativas, visto tanto como un gesto de asimilación como un uso práctico de los conocimientos técnicos locales. El adobe secado al sol, compuesto de arcilla, limo y arena, es el material más común de construcción de la misión. Requería menor cantidad de recursos y estaba más estrechamente ligado al uso nativo del barro de charcos. Los ladrillos cocidos requerían acceso tanto a buena arcilla como a recursos de combustibles, principalmente madera de las zonas boscosas, para hornear al fuego los ladrillos. Utilizada donde estaba disponible, la piedra cortada, como la caliza en Texas y arenisca en Nuevo México, requería el establecimiento de canteras. Estas canteras y las tecnologías de extracción, acabado y colocación de las piedras, se convirtieron en otra huella del paisaje cultural colonial español. Otros edificios eclesiásticos tienen sistemas de muros compuestos –piedra cortada o ladrillos de arcilla en las paredes exteriores con escombros de piedra y cemento de cal llenando el núcleo–que reflejan el conocimiento técnico de los sistemas de construcción europeos que datan del Imperio Romano.

La disponibilidad de materiales de construcción y la experiencia técnica influyeron en el tamaño de los edificios y el carácter arquitectónico de las iglesias misionales en cada región. El acceso a piedra o ladrillos permitía crear la cúpula de inspiración europea o construcción abovedada del techo que podría abarcar amplias naves. Este sistema de construcción también requería gruesas paredes exteriores, e incluso contrafuertes, para soportar el empuje hacia el exterior de esas pesadas cubiertas. Cuando sólo había madera disponible, la anchura de la nave dependía de la capacidad de envergadura de las pesadas vigas utilizadas en las cubiertas planas y en las inclinadas. Las cubiertas planas requerían un sistema de capas no distinto de los sistemas de construcción nativos. Consistían en vigas estructurales de madera primarias, y otras secundarias –a menudo ramas de la vegetación disponible–colocadas perpendiculares a las primeras y cubiertas con tierra apisonada. Las cubiertas inclinadas se utilizaban donde la lluvia era más frecuente. Éstas requerían un marco de vigas pesadas de madera y travesaños, junto con otras vigas secundarias en las que se amarraban o bien tejados de paja o tejas de arcilla. La pesada madera para la construcción de cubiertas era difícil de encontrar en los desiertos de Texas y Arizona, pero era más abundante en las zonas boscosas de California y Nuevo México.

Los acabados exteriores de las iglesias de las misiones a menudo dependían de la durabilidad de los materiales utilizados en los muros estructurales. El adobe requería que se protegiera el edificio de la lluvia, bien con cubiertas inclinadas que sobresalieran, o cubierto con cal o yeso de arcilla. Incluso el tipo de mortero y el yeso dependían de la disponibilidad de las materias primas, así como de los recursos y la experiencia para procesarlas.
San Geronimo de Taos
La iglesia de 1850 es todavía parte de la comunidad actual.

Foto: Robert Wilson. Cortesía de Flickr Creative Commons.

Complejo Misional

Más allá de la construcción de la iglesia, las misiones también incluían una serie de edificios, estructuras, características y espacios abiertos. Cada cual contribuía al establecimiento de una comunidad cuyas funciones del día a día iban a servir a la empresa colonial española.

En toda su extensión, el complejo que rodeaba la iglesia de la misión tenía un "plano de monasterio" centrado en un patio, o claustro, definido por la iglesia a un lado y una serie de edificios de uno o dos pisos, que creaban el patio interior de la misión. Dicho plano a menudo se aplicaba en los sitios que requerían que el complejo proporcionara una función defensiva, a la vez que práctica. La sección cuadrangular más importante era la residencia de los sacerdotes (convento) que contenía las habitaciones, una cocina y oficinas administrativas. Otras secciones incluían aulas, almacenes y talleres de diversas artesanías. El patio abierto variaba en tamaño, pero solía contener un entorno de exuberante vegetación, árboles, huertos y fuentes, que proporcionaban un respiro, así como alimentos y productos básicos para la comunidad misionera. A menudo, rodeando el patio interior había una arcada y corredor que proporcionaba un pasillo a la sombra y área de trabajo para sus actividades.

Las misiones de Nuevo México normalmente tenían un patio (atrio) delante de la entrada de la iglesia, que proporcionaba un espacio para las ceremonias al aire libre destinadas a grandes audiencias. Durante estas ceremonias –incluyendo conversiones, banquetes festivos, desfiles o procesiones, e incluso misas–la fachada principal de la iglesia actuaba como un retablo de altar al aire libre. El tamaño del atrio variaba, pero estaba delimitado por un muro perimetral que se extendía alrededor de la propiedad de la iglesia, con una puerta alineada con la entrada de la misma.

En las comunidades misioneras más grandes, la huella arquitectónica se extendía más allá del complejo eclesiástico. Existían edificios separados y espacios abiertos destinados a específicas funciones sagradas –cementerios y capillas mortuorias–, así como a funciones productivas –graneros, curtidurías, molinos, herrerías, carpinterías y hornos para la cocción de ladrillos y cal. El paisaje cultural de la misión podía incluir también menores, aunque no menos importantes, elementos, tales como las viviendas de los neófitos (recientes conversos nativos), corrales, huertos, campos de cultivo y campo abierto dedicado a la ganadería de vacas, cabras y ovejas. Algunos complejos misionales contaban incluso con muros perimetrales de protección, con puertas y baluartes, para protegerse contra las tribus de asalto.

En toda su extensión, las comunidades misioneras incorporaron una sofisticada infraestructura de riego. Pozos, acequias, presas, acueductos y compuertas, desviaban, transportaban y controlaban el agua desde sus fuentes hasta los campos agrícolas, huertos, corrales, jardines, fuentes y lavanderías. Para las comunidades nativas originales, su supervivencia a largo plazo dependía de la proximidad de una fuente natural de agua fiable y de las habilidades tecnológicas para distribuirla. Las posteriores comunidades misioneras españolas coloniales, a menudo heredaron esta infraestructura, y la mejoraron para utilizarla en una gama más compleja de usos del suelo y de la comunidad. Esta infraestructura de riego fue un importante, aunque a menudo desapercibido, componente del paisaje cultural de las misiones.
Mission San José y San Miguel de Aquayo restoration
La conservación de la antigua misión es un desafío permanente.

Foto del NPS.

Conservación

Los paisajes culturales de las misiones coloniales españolas reflejan una fuerte conexión entre el entorno natural de cada región y las posteriores capas de asentamientos humanos a lo largo del tiempo. La conservación de estos paisajes culturales y del complejo conjunto de valores que representan, ha requerido un enfoque integral para determinar su importancia, los tratamientos de conservación y las estrategias de administración, con vistas a asegurar la viabilidad de cada lugar para las generaciones actuales y futuras.

La comprensión académica del impacto de la empresa colonial española en las Américas, representada en la arquitectura misional, sigue evolucionando. Ver las misiones como parte de un paisaje cultural global ayuda a contar sus complejas historias desde múltiples puntos de vista, y a entender el impacto del colonialismo en las comunidades nativas. Esto ha requerido un enfoque inclusivo para reconocer y conservar la variedad de características de las misiones, con el fin de interpretar esta compleja narrativa histórica. Los límites de las propiedades actuales y la invasión de ciudades y suburbios en muchas de las comunidades misioneras originales, complican el reto de preservar estos vastos paisajes culturales. Dicha urbanización a menudo significa la destrucción de las características de misiones periféricas que borra parte de la completa historia de la empresa colonial española.

Nuestro enfoque para la conservación de edificios misionales también ha evolucionado con el tiempo, llevando finalmente a la elaboración de las actuales normas de conservación federales e internacionales. Los primeros gestores y conservadores de las misiones, experimentaron con torpes tratamientos de conservación. Esto dio lugar a la creación de entornos misioneros románticamente idealizados y al uso de materiales de construcción modernos que a menudo resultaron perjudiciales para la arquitectura histórica. Hoy en día, estos sitios se benefician de las normas de conservación internacionalmente reconocidas, incluyendo un proceso más sistemático de documentación exhaustiva, investigación histórica, análisis de materiales y tratamientos de conservación que utilizan materiales y técnicas de construcción compatibles, y a menudo tradicionales. Las misiones coloniales españolas representan algunos de los restos arquitectónicos más antiguos de Estados Unidos y continúan proporcionando retos de conservación técnica. Hoy, sin embargo, los encargados de estos lugares están preparados con prácticas de conservación centradas en la autenticidad del proceso de preservación.

La administración de las misiones –acciones para garantizar su sostenibilidad a largo plazo–a menudo es el más complejo, aún insuficientemente reconocido, factor de preservación. Requiere equilibrar la gestión conservadora de los aspectos museísticos de arte y vestigios, los requisitos funcionales de una parroquia activa junto con otros grupos de usuarios, las expectativas de acceso, interpretación y autenticidad de la experiencia por parte de los turistas, y los problemas de financiación para apoyar los constantes esfuerzos de conservación y mantenimiento. En los Estados Unidos, la responsabilidad de la administración de las misiones recae en muchas entidades, lo que hace que los desafíos polifacéticos de conservación a veces sean difíciles de abordar. Estas entidades van desde los organismos públicos federales y estatales, a los gobiernos tribales individuales y las instituciones religiosas privadas. Las misiones incluidas en este itinerario de viaje reflejan la diversidad de las entidades administrativas, cada una con su propio enfoque para interpretar, preservar y gestionar los excepcionales paisajes culturales de la empresa colonial española.
San Gabriel del Yunque-Ouinge and San Miguel
Excavación de San Gabriel del Yunque, Universidad de Nuevo México, 1962.

Fotógrafo desconocido, Cortesía de los Archivos Fotográficos del Palacio de los Gobernadores (NMHM/DCA), 042236.

Lecturas adicionales

Early, James. Presidio, mission, and pueblo: Spanish architecture and urbanism in the United States. Dallas: Southern Methodist University Press, 2004.

Eckhart, George Boland. "Spanish missions of Texas, 1680-1800," in Kiva, vol. 32, no. 3, Feb. 1967, pp. 1-28.

Giffords, Gloria Fraser. Sanctuaries of earth, stone, and light: the churches of northern New Spain, 1530-1821. Tucson: University of Arizona Press, 2007.

Kimbro, Edna, et al. The California missions: history, art, and preservation. Los Angeles: Getty Conservation Institute, 2009.

Kubler, George. Religious architecture of New Mexico. Chicago: Rio Grande Press, 1962.

Messina, John. "San Xavier del Bac" in Cross-Cultural Vernacular Landscapes of Southern Arizona. Minneapolis: Vernacular Architecture Forum, 2005, pp. 109-116.

Pickens, Buford, ed. The missions of northern Sonora: a 1935 field documentation. Tucson: University of Arizona Press, 1993.
By
R. Brooks Jeffery, Universidad de Arizona
Revised 20 May 2014

Last updated: April 15, 2016

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